domingo, 10 de mayo de 2015

Borderline




TLP o Borderline.
Vamos a darnos un brochazo acerca de una historia de una niña con este trastorno.
Tiene 13 años y se encuentra en un baño dos por dos mientras en el resto de la casa sólo oye gritos y sillas rotas. Se siente cobarde aunque siempre se ha creído valiente. Acaba de terminar de arreglarse el recogido para el recital de piano pero deliberadamente coge unas tijeras y en varios cortes acaba con él. Después continúa cortándose las piernas. No lo entiende pero está definiendo un dolor al que su cabeza no sabe poner nombre.
Ese día, además, recibe unos cuantos bofetones, por estropear su precioso pelo, por estropear su precioso vestido de cerezas, por estropear su precioso día.
Con cuatro años vio por primera vez a su madre tirada en el suelo patada tras patada destrozando su estómago, la sangre a borbotones por la boca. Desde entonces sabe cuándo callar y cuándo hablar. Cuando tener la cama hecha y la habitación recogida. Fue la niña más buena, la más callada y siempre sabía cuándo sonreír para que nadie pensara que algo iba mal.
Con esa edad supo de otra forma de vida o de no vida, el suicidio, le daba miedo; pero era una buena salida si nadie llegara a rescatarla. Nada fue bonito desde entonces, los años se sucedieron en una maraña de besos y alcohol y sexo y alguna droga blanda y algún bofetón nuevo por dejar de ser la buena niña.
Todo se sucedió en un equilibrio inestable hasta los 19 años. Entonces un lavado de estómago, beber a diario y algunos puntos de sutura la despertaron. Antes ya había visitado a una psicóloga inepta que le trató una depresión inexistente. Ahora volvían con la depresión, con la ansiedad. Algunos fármacos que no saciaban tu sed de muerte.
Entre tanto, en un bar tras las clases, sola, bebió hasta que el camarero pudo aprovecharse de ella:
 - Gracias.
- No, gracias a ti- le dijo él con una sonrisa mezquina.

Por fin llegó el tratamiento adecuado. El diagnóstico adecuado. No pararon, no han parado, de golpe los cortes ni sentirse fuera de su cuerpo como si todo formara parte de una película mala francesa. Pero ahora tiene la esperanza de que en algún momento todo pasará. Ya no rompe platos, ya no gritas a destiempo. Ahora todo está en su cabeza, pero si pudo con aquello con esto también.

3 comentarios:

  1. Hola. Considero que hiciste una historia muy bien estructurada sobre este trastorno de personalidad. Es un muy buen ejemplo para ver como se aplican los criterios del DSM-V a la realidad.

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  2. Una de mis entradas también es acerca de este trastorno. Yo pienso que es muy triste que las personas presenten una disociación tan terrible entre lo que quieren y lo que no.

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  3. Uy buena historia para ejemplificar este trastorno tan dramático. Queda muy claro en que consiste la patología y todo lo que padece no solo el paciente sino la familia y las porsonas que los rodean.

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